jueves, 7 de marzo de 2013

Ser Egoísta, Al Fin

Siempre creí de cierta manera que lo mío era entregarme a los demás.
Ser buen hijo. Hacer las cosas bien en la escuela, simplemente porque podía.
Ser una buena amistad, la mejor en los casos que pudiese. Esto son palabras mayores porque cuesta demasiado cumplirlo a la perfección.
Ser bueno con el puto colegio, que en realidad no me salió muy bien porque no podía yo o porque ese colegio era particularmente difícil, que se yo.
Siempre en todos los ámbitos era entregar, entregar, entregar.
Cuando salí de allí y las dos cosas importantes eran la Universidad y el trabajo, lo mismo. Entregar, entregar, entregar. La Universidad me ha terminado importando bastante poco porque soy un terco y porque puedo hacer mi trabajo a la perfección sin ella, y sobresalientemente.
Cuando he tenido pareja, o simplemente he estado interesado más de la cuenta en alguien: entregar, entregar, entregar.
Una persona que salió de mi vida hace tiempo me dijo hace cosa de 8, 9 años: Usted debería pensar más en usted mismo, y menos en los demás.
Y he estado esperando mucho para seguir ese consejo.
Talvez sea debido al latente temor que tengo de perderme en mi mismo.
Porque sé que soy un laberinto bastante complicado de vueltas en espiral hacia lo profundo de mis debilidades y pseudo fortalezas. Porque quiero ser más egoísta pero si me encargo de vivir para mi mismo y me dejo ir en ese despiche hedonista en el que no me va a importar nadie más, puede que no vuelva.
Ya he visto casos. Casos de gente con perfiles similares al mío. Se entregaron demasiado, y perdieron todo. Se fueron demasiado en sí mismos, y perdieron todo.
Resulta que me va a tocar a mi como protagonista de mi propio libro venir a ser el que logre un balance. Menudo héroe se fueron a escoger.
Talvez y lo logro.
Aunque me hallo al borde de dejar de entregar y ser más egoísta. Al fin.